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Ilustres

Fernando López de Cárdenas

Descubridor del arte rupestre esquemático

(Priego de Córdoba, 1719- Montoro 1786) fue un sacerdote y naturalista español.

Nació el 16 de abril de 1719 en Priego de Córdoba, fue descubridor en la década de 1780, de las pinturas rupestres de Peña Escrita y Batanera, en Sierra Morena. Además de material botánico también recogió fósiles, falleció el 8 de julio 1786 en Montoro.

En 1783, el cura párroco de Montoro D. Fernando José López de Cárdenas, descubre las pinturas de Peña Escrita y La Batanera en Fuencaliente mientras realizaba un trabajo de recogida de minerales y otras antiguedades para el Conde de Floridablanca que iban destinadas para el Real Gabinete de Historia Natural creado por Carlos III en Madrid.

López de Cárdenas trató de sacar entera una de las piedras con pinturas para enviarla al Conde de Floridablanca, pero solo puedo extraer una parte de las rocas de las Pinturas Rupestres de La Batanera.

A él se deben las primeras copias de pinturas rupestres esquemáticas de los que se tiene noticia en la península y probablemente en el mundo. Sus dibujos sencillos realzados a mano alzada que realizó en su cuaderno de campo permiten identificar los motivos representados en la roca.

La interpretación de las pinturas esquemáticas varía según los autores que lo han estudiado y desde los primeros hallazgos se formulan las primeras hipotesis en torno al origen, significado y cronología de las pinturas rupestres esquemáticas.

Este erudito y académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla supo valorar la importancia histórica y cultural de su descubrimiento, aunque creyó erróneamente que las pinturas eran símbolos y caracteres de los pueblos fenicios y egipicos y definió los lugares como locus o recintos sagrados donde «los gentiles practicaban sus asambleas y sus cultos dirigidos al sol y la luna».

A Fuencaliente le cabe el honor de ser el lugar dónde se identificó por primera vez el arte rupestre.

En reconocimiento al ilustre, se puede observar una placa situda en el «Jardinillo» junto al Balneario Termal de Fuencaliente dedicada a él en el Centenario de la Declaración de Monumento (1924-2024).

Henri Breuil

Conocido como uno de los más brillantes investigadores del arte Cuaternario.

No se puede comprender el estudio de las pinturas rupestres del municipio, ni del arte esquemático, sin la aportación de Breuil, arqueólogo y pionero, primera referencia y punto de partida para la lectura científica de los yacimientos.

Henri Breuil (Mortain dans la Manche, 28 de febrero de 1877-L’Isle-Adam, 14 de agosto de 1961) fue un abate, naturalista, arqueólogo, prehistoriador, geólogo y etnólogo francés.

Sus inquietudes le condujeron al estudio, y su fe a ordenarse sacerdote en 1900. A partir de este año y durante la mayoría de sus más de ochenta años de vida, persiguió su gran ilusión, que consistía en el estudio del arte primitivo de las cavernas, compartiendo sus descubrimientos con otros investigadores.

El hecho del descubrimiento tiene una gran significación para la historia de nuestro municipio. Si bien fue López de Cárdenas quien descubriera los yacimientos, no fue hasta principios del siglo XX cuando éstos comenzaron a ser estudiados con método científico.

En 1911 y 1912 Henri Breuil visitó el sur de la provincia española de Ciudad Real, la zona de Sierra Madrona, perteneciente al Sistema Mariánico, descubriendo y catalogando gran número de enclaves con pinturas prehistóricas, lineales y esquemáticas, en cuevas y abrigos de Fuencaliente.

En 1911, el francés Henri Breuil llega a Fuencaliente y visita y estudia Peña Escrita, La Batanera, Los Gavilanes y la Golondrina.

En 1912, contrata los servicios del conocedor local Tomás Pareja, conocedor local y vuelve a una segunda visita a Fuencaliente acompañado de Obermaier para estudiar los abrigos: Escorialejo, Piruetanal, Cueva de Melitón, Solana del Navajo, Cueva del Monje, La Serrezuela y la Cueva de la Sierpes.

En el año 1915 realizó calcos de las imágenes de los abrigos de Fuencaliente, y documentó hasta 35 figuras.

Llevó a su país algunos fragmentos de piedra de los abrigos que contenían imágenes, basándose en la Ley de Excavaciones Arqueológicas aprobada por Alfonso XIII hace ahora 110 años, por la que un arqueólogo extranjero que estuviera excavando un yacimiento podría llevarse los objetos encontrados para su estudio. La ley daba un plazo de un año para su devolución al Estado español, pero en este caso esos objetos nunca volvieron. Por entonces el arte rupestre no estaba muy valorado, apenas tenía protección y era muy común que los arqueólogos se llevaran piezas.

Parte de las piezas que el abate trasladó hasta Francia se vieron moviendo a distintos museos, como el de Ciencias Naturales de París, o al Arqueológico Nacional.

En el 2021, después de una gran búsqueda en la plataforma francesa de Patrimonio, Gioconde, sobre el patrimonio castellanomanchego, se localizaron fragmentos que venían de diferentes localidades de Castilla-La Mancha, entre ellas, Fuencaliente.

La labor científica la emprendió el ábate Breuil, una figura que alcanzó gran influencia científica y que visitó Fuencaliente realizando estudios del arte rupestre esquemáticos que serían fundamentales para el posterior conocimiento y difusión del patrimonio histórico cultural que alberga el municipio y que es un atractivo de calado para turistas.

La interpretación de las pinturas esquemáticas varía según los autores que lo han estudiado y desde los primeros hallazgos se formulan las primeras hipotesis en torno al origen, significado y cronología de las pinturas rupestres esquemáticas.

Henri Breuil vio en ellas un culto a los antepasados y los recintos con pinturas serían lugares sagrados en dónde se celebraban ceremonias funerarias y también matrimoniales.

Sus trabajos se han visto reflejados en la destacada obra en 1924 «Les pintures rupestres schematiques de la Peninsule Iberique (1933-1935) y «Les pintures schématiques d’Espagne: les anciannes découvertes La Piedra Escrita et la Batanera à Fuencaliente»

En la actualidad, se está trabajando en establecer una denominación a una vía que contribuye al reconocimiento de su labor y va a permitir enmarcar la narrativa histórica de los yacimientos, acercando la historia y el interés científico por el arte rupestre, considerándose oportuno y beneficioso para el interés general de la localidad.